lunes, 11 de abril de 2011

Una carta para ti, mi amor...

He vuelto a caminar por las penumbras de la noche. Hacía tiempo que la luna no iluminaba así el sendero. Tuve mis dudas. No siempre se puede volver. Yo volví pero ya te había perdido. No siempre es dulce el regreso. La amargura carcome y oxida hasta mis ojos. Aunque para ser sincera, mis ojos ya estaban oxidados. La realidad me golpea con fuerza otra vez, y esta vez entiendo. Ahora que ya no hay vuelta atrás, ahora que los silencios caducaron los tiempos de hablar, ahora acepto lo que siento. Puede que no lo entiendas nunca, no puedo contra eso. Al menos, por favor, déjame explicarte. 
Mis verdades son opacas, no son como tu mirada. Todos mis motivos saben a reproches y los reproches no sirven para amar. Podría permanecer inmóvil ante un huracán pero no puedo ante tu perfume. Cada palabra que guardo, cada abrazo que atesoro, cada instante que respiro contiene tu sombra. Una sombra que ya ni me recuerda, que ya ni me nombra. 
Perdona el susurro con el que te hablo. No quiero importunar tu sueño. Seguro debes estar soñando. Hace tiempo que dejé de ser lo que era. No recuerdo cuándo exactamente, pero sucedió que me perdí. Hoy entiendo esta verdad, hoy que asumo cuánto te amo. No he sido conciente, fui más bien, incoherente y cruel. Verás, amor, vivo con la contradicción a flor de piel. Intenté ser huella y contra mis principios, fui sombra. Intenté mostrarte mi universo sin siquiera verme en él. Quise que me amaras pero hoy entiendo que jamás podría haberlo logrado. Resulta que perdí la brújula antes, mucho antes de conocerte, y no tiene nada que ver con tu mirada, como alguna vez creí. Me alejé demasiado de la orilla y naufragué. Mis ideales se ahogaron. Y cambié. Y me convertí en lo que nunca quise. Me convertí en olvido. Te obligué a olvidarme. Mis pasos marcaron el camino. Las circunstancias hicieron el resto. 
Pido perdón por no poder despertar, por despreciar el amanecer. Por no abrazarte. Perdón por permanecer tan lejos de tu piel. Perdón por perderme y perderte. Perdón por mi soberbio comportamiento. Aquella noche fui egoísta, pero ya sabes lo que pienso, no? El amor es egoísta y yo te amo. Perdón por ignorar las señales, por mi llanto mudo y por mi incansable soledad. Ya sé que no lo entiendes, amor, pero perdona a mi soledad. Perdón por ocultarme tras un muro de silencio y por desperdiciar tanto tiempo buscando mi alma, tendría que haber preguntado a tu alma, hubiera sido más sencillo encontrarla. Pero no lo hice y te pido perdón.
Debes saber que cada día pienso en ti. No importa cómo, pero siempre encuentro un momento en el día para pensarte. Ya no estoy triste. Sí es cierto que lo estuve pero ahora encuentro flores esparcidas por doquier en este cielo que me cubre. Confieso que hacía tiempo no me sentía así, ahora sonrío al pensarte, es que ahora acepto que te amo. Sí, así de simple era todo...te amo

No hay comentarios: