sábado, 24 de septiembre de 2011


Si perdieras la memoria, si se convirtiera en una laguna de escombros tu memoria, seguirías siendo exactamente como ahora? me seguirías amando? 
Y yo, yo seguiría amándote como hasta ahora si me volviera una desmemoriada?
Si a ambas preguntas contesto que si, sería la mentira más grande del mundo acaso?

viernes, 23 de septiembre de 2011

Justamente ahí


"...lo esencial es invisible a los ojos..."
Antoine De Saint-Exupéry

La ciudad que nos cobijó tantas veces, hoy nos dejó a la deriva y a la intemperie. Caminábamos en silencio, atravesando precipicios gigantes de nuestra propia historia. Íbamos sin guía y por simple inercia hacia nuestros refugios, por separado. Pero cuando ciertos ángeles se quedan dormidos, el destino hace girar la rueda de la buena fortuna, para mi, y de la mala fortuna para ti, y un paso en falso, el querer acortar la distancia, la elección de doblar una cuadra antes que la de siempre, y un cruce que sólo sería de calles, se convierte en un cruce de almas que vagabundeando por las sombras, se miran y se reconocen, y el mundo sigue girando pero para atrás. Quedamos petrificados en los ojos del otro, que se convierten en espejos sin buscarlo. Todas las luces intensifican su brillo, las estrellan se acercan y titilan a nuestro alrededor. Una mirada y nos sentimos más fuertes que nunca, nos sentimos capaces de restaurar los viejos y malos recuerdos. Capaces de amortiguar antiguos dolores y de borrar todas las desalmadas huellas que nos han prohibido, hasta ese momento, volver a conversar. Pero ni siquiera las palabras son necesarias. Ahí, justamente ahí, en ese instante de amor perpetuo, como si el pasado y el futuro no estuvieran a nuestro lado, en ese segundo de eternidad adquirida por voluntad del destino, ahí, justamente ahí, comprendo que lo esencial es invisible a los ojos. Dos almas en la ciudad más pequeña del mundo se reencuentran y el amor grita para que ciertos ángeles se despierten y hagan girar de nuevo al mundo...

Noches extrañas

Suelen existir noches extrañas, son como un espejismo o como una pesadilla. No siempre entiendo por qué suceden, por qué aparecen esas noches raras que te transportan a otra dimensión, a otro tiempo y espacio. A veces me duelen las manos de tanto cargar con las palabras que no puedo volcar al papel. Anoche fue una de esas noches que vienen al precario rincón que uso de refugio para demoler la cárcel de mi olvido. Es tan difícil ubicar los recuerdos en la memoria y los sueños en la inconsciencia. Últimamente vacío estantes para ocuparlos luego con aquello que imagino pasó. Estoy enloqueciendo, y de verdad, esta vez. Ahora que estoy más lúcida, supongo que estoy más lúcida, la noche extraña se apodera de mis sentidos y comienzo a creer en el destino y las señales. Encontrarme con tu abrazo y sentirlo fue un espejismo. Cruzarte abrazado a otra fue una pesadilla. Buscando razones acabo descubriendo diferencias enormes de sentimientos. Duele respirar. La fuerza que tengo para levantarme se convierte en llanto y el llanto no siempre termina bien la historia.
Entiendo y asumo que me equivoqué. Divulgué tu sonrisa irónica por las calles azules del barrio, maldije tu nombre en este cuarto blanco y me acobardé tantas veces frente a tu sombra. Y me equivoqué. Me equivoqué porque hubiera alcanzado con alejarme con más prisa de la que utilicé al momento de huir. Pero bueno, la verdad camina en contramano cuando no es la que debería ser, la que necesito que sea. Y así, amontonando recuerdos y sueños, termino el día y me tiro en la cama, sin dejar de pensar en esas extrañas noches que nos toca saborear de vez en cuando...

jueves, 22 de septiembre de 2011

Viendo la realidad...

Hoy todo está como cuando fumas un cigarrillo y el humo queda suspendido, el día demasiado tranquilo, calma por doquier, y sé que sólo es la que anticipa la tormenta.

Mirando a través de un cristal dañado por las impurezas del tiempo, el amor intacto ha permanecido, invisible para los demás ángeles sin cielo, como yo. Una canción en ruinas, aletargada en la memoria, suena y se repite como el susurro de tu voz aquella madrugada. No hay vuelta atrás. Los estragos de una noche, acabaron con la ilusión de amarte. Pero igual te amo, no es solo eso, amor, es que tu indiferencia, tu soberbia al mirarme, esa mirada de abismo que posees y que me hace tanto daño, y yo sin poder quitarte los ojos de encima. Me niego a seguir cayendo en tus ojos, y de tus ojos a tu boca cegadora. El suplicio de verte otra vez y tenerte tan cerca pero tan lejos me arrincona al silencio y a la soledad. Es que claro, están también en suspenso los silencios que no supiste guardar y que, en lugar de disminuir, han acrecentado la deuda de palabras que tenemos, siempre pendientes. He escuchado todo cuanto dijiste, mas no el adiós, en cambio, vida, tú te has quedado sólo con lo que callé. Irreal pero no por eso menos triste. Y navegar por la noche sin estrellas es como caminar por la ciudad, que ya no me pertenece, sin calles ni árboles...

He sabido ocultar demasiados sentimientos. Hoy entiendo que de nada ha servido. Vieja sensación de abandono me atrapa otra vez. De cualquier manera, siempre ando perdiéndote y quizás, de todas las sensaciones que me atrapan, esta de no poder escapar de lo que realmente quiero escapar, eso que me niego a aceptar, es la peor de todas. Supuse que ya formabas parte de mi olvido, una vez más entendí que suponer sólo genera más tormentas en el alma. No aprendo más...

Te veré de nuevo cuando acabe el frío que marchita mis lágrimas? Sin dudas que sí lo haré. Pero deberías de saber que verte no impide que la melancolía, siempre usurpadora de mi paz, arrase mi universo. Siempre será grande la tristeza, profunda como el abismo de mi cobardía...Amarte no me alcanza, evitar la realidad tampoco evapora los vientos que soplan en la orilla de la memoria cuando la noche amiga, siempre amiga, cae; y me roza los labios la soledad en lugar de tus labios. Sería más fácil si dejara el desorden y me fuera a dormir, pero no lo hago. Esta manía absurda de querer tener el control absurdo de la situación. A estas alturas puedo decir, sin remordimientos y sin importarme el qué dirán, que te amo...sí, te amo, ahora me pregunto, vos realmente sabrás que te amo? a veces parece que te encanta disimular más de lo que a mi me encanta escapar...y sí, también es cierto que soy cobarde, bueno, nunca lo negué, pero te lo dije y te lo digo, sí, soy cobarde, y justifico de cierta manera mi cobardía al decirte que hay algunas batallas que prefiero no pelear y es simplemente porque no vale el esfuerzo ni el cansancio, no vale la pena ni las lágrimas, no es simplemente cobardía. Pero explicándote todo ni así siento que entenderás. Viendo la realidad, no entiendo cómo llegué hasta esta primavera sin gritarte la verdad...

jueves, 15 de septiembre de 2011

La indiferencia no...

Hay una sola razón por la cual una persona amada puede defraudarte tanto como para no volver el tiempo atrás, la indiferencia. He perdonado todo tipo de ofensas, no sirve recordarlo ahora, no es esa la idea. No soy rencorosa, aunque a veces lo parezca, por suerte tengo mala memoria, pero no perdono la indiferencia. Me llena de lágrimas. Me absorbe la paz que siempre ando buscando. Que te defraude un político, vaya y pase, un ser amado es absolutamente triste, desolador. Me deja sin excusas cuando viene el olvido. Me hace naufragar por las dudas. Hay amor, hubo amor en aquel abrazo? Ni quiero saber. Seguiré buscando lo que me de calma, encontrando en las compañías cercanas, las que se quedan cuando el temporal es inmenso, el refugio para mi tristeza. Estoy triste, no es la primera vez ni será la última, y me voy a buscar las esquirlas desparramadas en el alma, esas que deja la indiferencia para reemplazar los huecos con recuerdos.
Puedo justificar la distancia, siempre lo haré, ya que no es tal para los brazos de mi alma. Puedo reemplazar al dolor por una oportunidad para cambiar. Puedo acomodar los fracasos, las derrotas por si vienen a buscarme. Puedo perdonar hasta al mismísimo olvido. Pero la indiferencia no. No perdono la indiferencia.

martes, 13 de septiembre de 2011

Poema para decirte que te espero...


Y cambiaste el sur por el norte. 
Y me quedé a orillas de la 34 esperando. 
Luego de mucho tiempo, 
me quedé en el medio, 
sin ánimos para estropear la historia. 

Mientras sonrías, 
puedo congelar mis pasos. 
Mientras espero la primavera, 
puedo congelar mis pasos. 
Mientras sujeto las llaves del mutismo, 
puedo congelar mis pasos. 

Mas no me pidas 
que detenga las luces que pasan 
ni que frene al destino. 

Mientras asumas la derrota, 
esa parte trasera del desengaño, 
esa otra cara de la moneda, 
puedo congelar mis pasos. 

Mientras no destruyas mis lunas llenas, 
mientras no te ahogues en mi marea, 
puedo congelar mis pasos.
Mientras se llenen los vacíos
de vasos sin fondo,
puedo congelar mis pasos.
Mientras la ciudad cambia
para ser menos oscura
e incluso, mientras decides
qué nombre darle a mi silencio,
yo,
la prófuga de escaleras en cruces,
la loca del balcón sin flores,
la misma que no recuerda su nombre,
yo puedo congelar mis pasos...

Simple desahogo...(2)

Conversando con los fantasmas que me acompañan siempre, vuelvo a descubrir que no todo es lo que parece. Aún en las horas cercas del final, la idea de perder cuanto he logrado en esta corta existencia, persiste como si no fuera capaz de entender que nada hay más allá del alma. Es absurdo imaginar una realidad que no es propia, caminar hacia un "destino" que no siempre coincide con lo soñado algunos años antes. Mi falta de coraje es una mueca siniestra. Tampoco sé si llamarlo así, falta de coraje, supongo que ser es más complejo que aparentar, y mi afán por ser es tan grande que me quedo ciega tratando de vislumbrar las razones que el resto me da por no ser quienes realmente son. Tuve siempre la precaria sensación de abandono, como si estuviera siempre a punto de dejar de ser.
Muchas falsas amistades se encargaron de enemistar mis lados más nobles con los menos conocidos. Siempre he querido, y quiero aún, incrustar huellas, dejar marcas en los senderos que recorro. He conocido tanta gente que a veces me parece increíble recordar a todos aquellos, incluso los que sólo han pasado unas horas junto a mi y descubrir que aún así, me han dejado una marca. Será por eso que los recuerdo? Habrá otros a quienes no recuerdo? Seguro que los hay.
En la soledad de la verdad, lo que parece ser y no es, refleja más tristeza que mi propia e insondable soledad. Veo la tristeza en los rostros de esos seres que no tienen la fe para mostrarse como son. Y la tristeza me abraza. Quisiera poder ayudarlos pero la soberbia con que miran, impide mi acercamiento. La culpa siempre la tendré yo. Es más fácil para mi. Si yo tengo la culpa, ellos quedan libres y yo puedo sonreír igual, más cuando soy consciente de que no es así.
Y vuelvo a hablar con los fantasmas, había dejado de hacerlo por temor a enloquecer, pero considerando que ya para todos no estoy cuerda, he caído de nuevo en este vicio. Si reencuentro el camino ahora, si todo se derrumbase como cuando el viento no sopla del norte, podría sumergir mis palabras en la verdad: no soy más ni menos que aquello ves. No aparento. No puedo.

Tu puerta abierta

"El mundo duele menos si te miro."
(De El Espejismo, Ismael Serrano)

Tantos años pasando por la misma calle, la misma esquina al girar, el mismo camino para seguir y sin embargo, nunca antes vi tu puerta abierta. Nunca antes me pareció que alguien habitara esa casa. Quizás el tiempo jugó con nuestras ideas. Quizás fui cobarde tantas otras veces. Aún debo estar durmiendo, pensé. En ocasiones los sueños nos juegan una mala pasada. Pero no, no estaba durmiendo, o es que quizás todavía estoy soñando? Estoy despierta realmente? No siempre puedo distinguir las fronteras. No siempre ando despierta. Los días son iguales, y las noches siempre son frías. Entender que la realidad existe no me salva de la locura, o si? Nunca antes vi tu puerta abierta. Eso era. Eso es lo que perturbó mi existencia hoy. Y en la puerta, tú. Y tus ojos. Tu mirada uniéndose a mi mirada errante paralizó mis sentidos, mis otros sentidos. Pero el camino seguía abriéndose. El tiempo nunca se detuvo. Mi alma sí, mi alma quedó allí, en esa puerta, en esos ojos. Hoy siento que el mundo de cuerdos sin cura que me toca habitar dolería menos si pudiera seguir mirándote...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Todo o nada?

Todo o nada? Supongo que después de darlo todo, no te queda nada. Y vienen a decirme que es mentira, que te queda algo, que no puede ser. Entonces, cómo funciona? No lo has dado todo...si te queda algo, no lo has dado todo...
Yo sueño que es real la ilusión mezquina de haberte dado todo, lo cual me coloca en el peor de los escenarios, en el de los mentirosos, claro, pues siento que a pesar de haberte dado todo, me quedan tantas cosas por darte. 
Te ofrecí tantos abrazos. Nunca respondiste. Te lo dije, no? Te expliqué lo que verdaderamente sucede en un abrazo? Verás, es tan simple. Un abrazo consigue detener el tiempo. Me pregunto si has vivido eso alguna vez...

Los extremos me marean, pero los necesito para sobrevivir, son una elección, ya saben. No vengan con esas ideas de que ni mucho ni poco. Sinceramente, no sé cómo hacen para permanecer en el medio del caos sin caerse. Prefiero vivir en las alturas y lanzarme por los acantilados, antes, mucho antes que permanecer imparcial, incapaz de elegir. 

Todo o nada? Te daría todo, incluso lo efímero que queda de mi luz...porque es precisamente ahí cuando ya no queda nada, el último aliento, el último suspiro...si muero ahora, me darías un abrazo?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Gracias Sr. Casco

Generalmente, las entradas son medio ficción, medio realidad. Hoy es realidad pura. Hoy necesito escribir para agradecerle a algo que usualmente no llevo puesto, y que muchas veces puteo. 
Pues resulta ser que hoy, como todos los días, salgo de mi casa, a las 14:35 horas para dirigirme al trabajo. Y lo hago en moto. Y la moto fue un regalo del viejo que se cansó de escucharme protestar porque el trabajo quedaba lejos y que la bici y que patati y patata. Nunca voy despacio. Tampoco es que la moto sea de gran cilindrada ni mucho menos, pero nunca voy del todo lento, siempre ando acelerada, y todos dicen que porque soy loca. Quizás tengan razón. En fin, la cosa es que a las 14:42 hs, aproximadamente, paso a buscar a mi compañera Moni, por esas cosas del destino ella no tenía en qué ir hoy al trabajo. Y a las 14:45 hs, en la esquina de Belgrano y Paraguay, justo a la vuelta de la casa de esta amiga, de sopetón, como siempre, a la goma delantera de la bendita moto se le dá por reventar. Y adivina adivinador, dónde fuimos a parar?? Pues de jeta al piso. Y es aquí mi más sincero agradecimiento al Sr. Casco. Por esas cosas de la suerte, destino, fatalidad, crease en lo que sea crea, hoy el Sr. Casco me ha salvado, sin exagerar demasiado, la vida. Si no hubiera sido por él, posiblemente me partía la capocha en alguna parte, porque lo primero que golpeó el piso fue mi cabezota, que aún siendo dura, hubiera salido peor de esto. Ahora sólo tengo varios golpes, ninguno de gravedad, creo. Golpes que molestan, nada más y estoy bien, creo. De ahora en adelante, no lo dejaré por nada del mundo. Gracias Sr. Casco!!!

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mañana...

Templando el alma es como logro sobrevivir sin vos. Las cenizas de la maldita mañana, el susurro de la bendita noche. Las llamas que incendiaron y devastaron la memoria. El alcohol como a punta de pistola penetrando las venas y el olvido forzado de la verdad, creer que pensás en mi...No enloquecer es la meta, por eso me obligo a olvidar, aún cuando al hacerlo no hago más que recordar, qué gran estupidez...Suspiro para librarme del silencio. Doy manotazos de ahogado en medio del desierto como si así pudiera alcanzar a alguien más que me de su aire. Dejo de lado, por un efímero instante, mi soberbia y descubro que la culpa es mía. Hago todo lo que mierda quiero hacer pero no puedo olvidarme de vos. Y ya me cansé. Mañana empezaré a burlar las dimensiones brutales del espacio que nos separa y te rozaré las mejillas con la brisa que tanto te agrada. Mandaré a mis versos mudos a que te persigan mientras vas al trabajo y le pediré al florista de la esquina de tu casa que te deje un ramo de lirios en la ventana que casi nunca abres. Mañana, y sólo por tener la gracia de ser otro día en el almanaque gris que degrada las emociones, comenzaré a buscar la razón que me hiciste perder la noche que te conocí y el amor que nunca más te daré. Sin gloria para el olvido, ese cobarde que no se atreve a enfrentarse con tu recuerdo, será todo otra historia, como lo que nunca sucedió. Y si no lo entendés, avisame, por favor, que te mando mi silencio envuelto de realidad...

...más de lo mismo...

En la quietud de la madrugada, donde las hojas muertas del invierno acumulan tragedias, me senté en la puerta que da al norte y te nombré en voz alta por primera vez desde que no te tengo. El viento soplaba ligero de equipaje y recorriendo la ruta, amontonando las esquirlas de la distancia, llevó mi voz hasta tu casa. No sabré jamás si me oíste. No lo sabré. Y en las dudas que desnudan las respuestas obvias, me queda cierta incertidumbre. Será que derrumbé mis muros para poder alejarme? o sólo derrumbé los muros para sentirte más cerca? Intentando acortar los silencios, acabé siendo la loca del pueblo. 
Pocas verdades en este frío. Mejor me voy a dormir o a soñar contigo. Las respuestas quedarán en la cuenta sin fondos que poseo en el alma. Mañana u hoy, para ser más exactos, quizás me levante con ganas de sembrar en el jardín los lirios que tanto te gustan o los "no me olvides" que tanto necesito...
En fin, la noche que pasó me enseñó más de lo mismo. Las historias que te inventas para sobrevivir, te quitarán el sueño. No me digas que no sabías que te extraño...

40 km

La soledad, desleal y arbitraria como siempre, tiene esa puta mala costumbre de venir a llevarse mis compañías, incluso aquellas que necesito para vivir. Pero es así. La soledad me toma de las pestañas y me obliga a permanecer callada, asustada, inmóvil en mi casa cuando afuera hay tantos senderos por caminar, tanto hielo por derretir. Y de la soledad a la ausencia sólo está tu rostro encarcelado en mis pupilas. Tu sonrisa amplia, tu mirada de abismo y noche, tú. Estás tú. Y estás donde no alcanza mi voz, donde no llegan mis brazos. 40 km. Y es una eternidad. La noche promete más de lo que es capaz de dar cuando comienzo con esta tortura de pensarte, sabiéndote tan lejos de mi piel. No me agrada sentarme a orillas del recuerdo y sentir esta ausencia. Es que ya no puedo escapar. Huir siempre ha funcionado para mi cobarde alma, pero ya no puedo. Estoy presa aquí. En esta casa helada donde el invierno no se quiere marchar. Resulta que tampoco quiero verte. Ilógico? Sí, pero si te veo, el amor se me escapa por los poros, y tú no quieres ver eso. Tú estás con otra de la mano. Tú te has enamorado de la que me robó tu amor y ocupó mi lugar. Nada puedo hacer. No verte me tortura, verte me quita la razón y el aire, amor. Y en la noche que salimos a robar estrellas para deshabitar los amaneceres, fuimos iguales. Sólo fue una noche, en una noche sucedió lo que nunca debió haber sucedido. Te vi. Lo recuerdas? Recuerdas que te vi? Yo lo recuerdo perfectamente. Te vi y ahí me quedé. Con ternura o con ganas de matar? Siempre te he mirado y siempre lo haré con ternura. Eso mismo es lo que produces en mi alma, en el temporal de mi alma, sólo hay ternura para ti. Pero qué fue lo que pasó? Pasó que la soledad me envolvió en su manto de mutismo. Supongo que ya no buscas la verdad y ese suponer me deja respirar, de vez en cuando. No sería capaz de decirte la verdad. No soy capaz de amarte menos y condenarme a tu eterna indiferencia. Prefiero espiarte cada tanto. Escaparme por las líneas de una poesía mal escrita es lo mejor que puedo hacer, es lo único que sé hacer para no perturbar tu paz. Confieso aquí que te extraño más de lo que me permito reconocer ante los demás. Es que los demás no tienen idea de lo que sucede en estas paredes que contienen mi alma. Los demás me ven sonreír sin imaginar que tú has volado por mis pensamientos. Los demás se acercan y en todos busco tu perfume para orientarme pero no lo está. Y sigo perdida en la fiesta que inventaron para hacerme feliz. Nadie, nadie sabe lo que siento por ti. Aunque hay días y noches en las que aparentemente mis ojos no pueden callarse, así que cuando me veas esquivar tu mirada, sólo es temor a decir lo que callo...
Tanta es la tristeza que hasta la soledad se apiada y me abraza más fuerte, vaya ironía. En estas altas horas, cuando la música impide sonreír y la distancia (40 km), abrazarte, te espío a través de mi imaginación para encontrarme con tu mano enlazada a la mano de aquella que ocupó mi lugar...