En la quietud de la madrugada, donde las hojas muertas del invierno acumulan tragedias, me senté en la puerta que da al norte y te nombré en voz alta por primera vez desde que no te tengo. El viento soplaba ligero de equipaje y recorriendo la ruta, amontonando las esquirlas de la distancia, llevó mi voz hasta tu casa. No sabré jamás si me oíste. No lo sabré. Y en las dudas que desnudan las respuestas obvias, me queda cierta incertidumbre. Será que derrumbé mis muros para poder alejarme? o sólo derrumbé los muros para sentirte más cerca? Intentando acortar los silencios, acabé siendo la loca del pueblo.
Pocas verdades en este frío. Mejor me voy a dormir o a soñar contigo. Las respuestas quedarán en la cuenta sin fondos que poseo en el alma. Mañana u hoy, para ser más exactos, quizás me levante con ganas de sembrar en el jardín los lirios que tanto te gustan o los "no me olvides" que tanto necesito...
En fin, la noche que pasó me enseñó más de lo mismo. Las historias que te inventas para sobrevivir, te quitarán el sueño. No me digas que no sabías que te extraño...
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