Hay una sola razón por la cual una persona amada puede defraudarte tanto como para no volver el tiempo atrás, la indiferencia. He perdonado todo tipo de ofensas, no sirve recordarlo ahora, no es esa la idea. No soy rencorosa, aunque a veces lo parezca, por suerte tengo mala memoria, pero no perdono la indiferencia. Me llena de lágrimas. Me absorbe la paz que siempre ando buscando. Que te defraude un político, vaya y pase, un ser amado es absolutamente triste, desolador. Me deja sin excusas cuando viene el olvido. Me hace naufragar por las dudas. Hay amor, hubo amor en aquel abrazo? Ni quiero saber. Seguiré buscando lo que me de calma, encontrando en las compañías cercanas, las que se quedan cuando el temporal es inmenso, el refugio para mi tristeza. Estoy triste, no es la primera vez ni será la última, y me voy a buscar las esquirlas desparramadas en el alma, esas que deja la indiferencia para reemplazar los huecos con recuerdos.
Puedo justificar la distancia, siempre lo haré, ya que no es tal para los brazos de mi alma. Puedo reemplazar al dolor por una oportunidad para cambiar. Puedo acomodar los fracasos, las derrotas por si vienen a buscarme. Puedo perdonar hasta al mismísimo olvido. Pero la indiferencia no. No perdono la indiferencia.
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