martes, 30 de septiembre de 2014

Mi amiguita Flor

En algún lugar del tiempo y del espacio, se sembró una semilla inmortal. El destino fue y vino, la semilla germinó. Yo nací, crecí y viví por mucho tiempo sin tener idea que aquella semilla era una amistad preciosa que recogería yo algún día, o quizás, no fue así. quizás esa amistad me estaba esperando. Hace un tiempo, no puedo precisar cuánto, es que el tiempo para mí es relativo y poco práctico, razón por la cual no uso reloj, dicho sea de paso, pero en fin, hace un tiempo, paseando por la vida, preocupada por temas irrelevantes, ofuscada con la ironía del destino, me topé con aquella semilla y la coseché. Me resultaba extraño cosechar sin haber cultivado, pero lo hice. Esa amistad, hoy es un pilar más en mi estructurada existencia. Es un oído en mis penumbras, que son varias. Es un ala para cobijarme en mis tormentas. Es una huella que me recuerda el camino. Es una luz entre mis tantas sombras. Hoy, esa semilla que no sembré ni cultivé, pero que sí coseché, es mi amiguita Flor, una flor que me abraza cuando pierdo el sentido, una flor que me cuida cuando me olvido de todo, un tesoro que guardaré y cuidaré por siempre. Mi amiguita Flor, bella y simple, como escasas, gracias por formar parte de mi jardín...

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Principio de cenizas

Desaparezco en estos días,
días en que los deseos hierven
en las sombras,
días que incendian las nubes
y atormentan mis creencias
porque todo alrededor
es una fuga de amor,
un ardor,
una llaga eterna e inmóvil,
una llama en suspenso
y yo,
ausente, cobarde y vil
me veo diciendo
(me veo fingiendo):
¡qué venga, Dios, que venga
el aguacero y me devore,
ya no puedo más!

No puedo más,
estoy cansada
sofocada olvidada perdida,
estoy cansada
de apagar incendios
son suspiros.

Afuera
en las calles tristes
hay montones de frío acumulado,
pilas de nieve perpetua
y aquí dentro
todo estalla,
y yo, siempre yo,
me fugo y me convierto
en un principio de cenizas
cada ridícula vez
que finjo
que olvido...

martes, 2 de septiembre de 2014

con calma...

Y un día, en un hueco doliente y luminoso, como un cuarto herido y ebrio, la situación se revierte. Con calma, con alma y lágrimas, la esperanza se vuelve un pendiente perdido en la oscuridad que resplandece y encandila a la luz del sol, esa luz que lucha y lucha por entrar. Todo encuentra un lugar, incluso las tuercas que he juntado durante años en las calles, las tuercas de la buena fortuna, decía mi nona (las tuercas que te faltan, diría un amigo). Un día, en un afortunado accidente de estrellas, mi verdad sale a flote y empiezo a purificar mis argumentos y a desechar mis excusas, todo, todo se vuelve simple y bello como un atardecer de la niñez.
Y la luna se vuelve cómplice y enciende un cigarrillo conmigo para acompañarme en este camino a lo desconocido.
La certeza de lo implacable, de lo esencial, la vanidad de conocer que lo difícil nunca fue difícil. Difícil es olvidar, el resto se acomoda y se descubre y se encuentra y se sale y se naufraga y se nada...El resto es una superficie en calma y armonía como un espejo...el espejo en el que me miro.
Tantos septiembres acumulados y sepultados para aceptar la única verdad: ser feliz no era tan caro como suponíamos. Suponíamos antes, siempre antes de ser. De ser. Hay que ser más seguido, más a menudo, más siempre. Ser y ser uno, sin máscaras ni espejismos ni dudas ni disfraces. Ser feliz en la vigilia y en sueños...
Y un día, en cierto acierto de lo incierto, la oscuridad se disipa con apenas una sonrisa (siempre la tuya) y el mundo empieza a girar otra vez, el sol entierra soledades y abona campos de silencios con ternura, todo comienza a despertar, yo comienzo a creer que la felicidad es continúa y constante, y lo transitorio es alguna tormenta de vez en cuando. El resto es todo claro, es siempre claro y simple, luminoso y sencillo; sólo tengo que sonreír...Sin amparo, la locura y la tristeza caminan a la deriva por la estrecha y meditabunda realidad...No se puede huir de la realidad, pero yo al menos, la puedo adornar y domar y sonrío porque un día, en una grieta cálida del pasado, me descubrí cuando te ví, y lo celebro...