viernes, 23 de septiembre de 2011

Noches extrañas

Suelen existir noches extrañas, son como un espejismo o como una pesadilla. No siempre entiendo por qué suceden, por qué aparecen esas noches raras que te transportan a otra dimensión, a otro tiempo y espacio. A veces me duelen las manos de tanto cargar con las palabras que no puedo volcar al papel. Anoche fue una de esas noches que vienen al precario rincón que uso de refugio para demoler la cárcel de mi olvido. Es tan difícil ubicar los recuerdos en la memoria y los sueños en la inconsciencia. Últimamente vacío estantes para ocuparlos luego con aquello que imagino pasó. Estoy enloqueciendo, y de verdad, esta vez. Ahora que estoy más lúcida, supongo que estoy más lúcida, la noche extraña se apodera de mis sentidos y comienzo a creer en el destino y las señales. Encontrarme con tu abrazo y sentirlo fue un espejismo. Cruzarte abrazado a otra fue una pesadilla. Buscando razones acabo descubriendo diferencias enormes de sentimientos. Duele respirar. La fuerza que tengo para levantarme se convierte en llanto y el llanto no siempre termina bien la historia.
Entiendo y asumo que me equivoqué. Divulgué tu sonrisa irónica por las calles azules del barrio, maldije tu nombre en este cuarto blanco y me acobardé tantas veces frente a tu sombra. Y me equivoqué. Me equivoqué porque hubiera alcanzado con alejarme con más prisa de la que utilicé al momento de huir. Pero bueno, la verdad camina en contramano cuando no es la que debería ser, la que necesito que sea. Y así, amontonando recuerdos y sueños, termino el día y me tiro en la cama, sin dejar de pensar en esas extrañas noches que nos toca saborear de vez en cuando...

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