jueves, 19 de mayo de 2011

Historia de la noche....

Son las ocho de la noche y llego de la oficina demasiado cansado y un poco alterado. El saludo fue innaudible. Me dejo caer en el sofá que compramos en oferta y cierro los ojos. Como siempre, tú empiezas a contarme de tu día. Me hablas y no respondo. Ya sabes que no quiero sonidos, pero intentas distraerme. Te quedas en silencio unos minutos. Suspiro. Vuelves a tirar palabras contra el mutismo. Vuelves a hablar cuando necesito que guardes silencio. No queda otra opción, pienso. O siento? Y la única salida que encuentro es estamparte en la boca un beso, lo que creo, buscabas. Y te pido, te ruego que calles unos instantes, sólo unos instantes. Deberías aprender a callar, amor, ya que no siempre tendré ganas de besarte...y no hay vuelta atrás. Caigo en tu mirada y otra vez te ruego, esta vez para pedirte que no me mires así. No vuelvas a mirarme así, que no sé de lo que soy capaz de hacer. Silencio. 
De pronto nos hallamos bailando sin sombras. Tu respirar es la mejor melodía. Tu agitación en mi oído, la única canción que necesito. Me tomas, me arrinconas contra la soledad. Te elijo a ti. Y me dejo llevar por tu aroma. Te beso y el mundo se detiene, estallan los sentidos, pierdo la razón. Me llevas a una habitación en ruinas que nunca decoramos y tu caricia en mi espalda me despoja de las dudas y los sinsabores del día. Te arrimas, lentamente a mi boca y te quedas ahí, agazapada, esperando mi reacción. Tomo tu rostro y te beso como si de tu boca dependiera mi existencia. Tus manos en mi cintura. Voces suspendidas en el aire. Suspenso en la quietud de los abrazos. Un beso en el cuello. El perfume de tu cabello en mis dedos. Susurrando. Y sin más ropa que la piel, caemos y naufragamos por las sábanas estrelladas y azules de la noche. En silencio y en penumbras, así te amé.
Y así, enredado en tus piernas y atrapado en tu aliento hasta el amanecer, adormecimos por unas horas, la pasión y el deseo. Sólo mi voz rompió las reglas, "te amo", antes de dormir. La realidad esta vez, se quedó sin pretextos y cayó derrotada en la almohada...Y afuera, hacia el oeste, van corriendo las nubes mientras te ruego que sigas mirándome así, amor...

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