Tengo menos para ofrecerte que cualquier otro mortal. Incapaz de sobrellevar la ausencia, injustamente a la intemperie, arrepentida de no amarte como siempre, y sin embargo, dueña de mi alma y mi silencio. Y a ambas te las hubiera dado. Porque lo que vos no entendés es precisamente lo que me mantiene suspirando por los rincones. A veces, pequeñas veces se me ocurre confesarte la verdad, pero te miento jugando con las poesías de Neruda y con las que jamás te regalé. Es cierto que mi olvido no es digno rival para vos, siempre ganarás. En cambio, tu olvido siempre me gana, amor. Qué podría ser peor que acumular derrotas?, supongo que no arriesgar nunca nada.
Tu ignorancia me mantiene a salvo de la ridiculez. Yo naufrago cada tanto y acabo llorando, rogándote que me acurruques en tu cuello, ese lugar que no debería de besar nadie más. Pero, (maldita palabra), las cosas están así hoy. Yo ando a los tumbos, tropezando con tu recuerdo y ni hablar que peleando contra la ausencia y tu olvido, y aún así, respiro y sigo caminando. Mantengo la calma a orillas de la confusión y sigo guardando mi alma y mi silencio para cuando decidas enterarte que cualquier otro mortal no podría amarte como yo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario