viernes, 25 de febrero de 2011

En mi voz llevo tu llanto...

La madrugada es fría. A las cinco necesito que despiertes, a las cinco necesito alas, a las cinco no tendrías que soñar. Las nubes son tan espesas que hasta podría pararme en ellas para contemplar esa sonrisa tuya que me absorbe por completo. La llovizna humedece las paredes siempre grises del alma. Es demasiado temprano para pensar. La bendita inercia me mantiene de pie pero me seduce tu respirar sonoro y me dejo caer a tu lado en este universo privado que decoramos a la par. Una canción conocida pero aletargada en el olvido suena otra vez. Son las cinco y media de mi más triste amanecer. Procuro despertar, lento, despacio, sin espacio, elevo la mirada y tus ojos que ahora me miran, disparan lágrimas contra la desleal soledad. No hay escape, hay que levantarse y salir a patear veredas vacías, cada uno por su lado, cada uno para su norte. El amor es real, el silencio no lo es. En mi voz llevo tu llanto...en tu llanto llevas mis besos. La única palabra que me salva es tu nombre. Despierto tarde, otra vez, y tu nombre me lanza al abismo, a la realidad. Despierto y veo que no estás...

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