Dejaré que el tiempo haga lo que mejor saber hacer, pasar. Porque no cura heridas, no resuelve problemas, no aumenta la ausencia. Sólo se dedica a transcurrir y con él aprenderé a tomar decisiones.
Todas las olas mueren en la playa. Todas las dudas mueren en una mirada. Una sola mirada tiene la clave para dar sentido a las razones. Quizás, y sólo quizás, los días no se amontonen en tu espalda sin ficciones. Pero cabe una posibilidad, no siempre aprendemos. Mis errores son llaves para tus incógnitas. Tus fallas son rocas en mi conciencia.
Dejaré que el tiempo transcurra como ese río del deshielo. Sólo eso, que pase. Porque no podrá llevarse mi incertidumbre, mis desconfianzas titubenates, mis lágrimas sin consuelo ni mi convicción desamparada. Que pase como han pasado, como pasan tantas otras cosas. Intentaré no perderlo. Mientras pasa, jugaré a las escondidas con las turbias miradas que me persiguen. Intentaré matizar los extremos. Camuflaré el amor que tengo anclado en el alma con esporádicas sonrisas. Bajaré al subsuelo de los malos pensamientos y me enfrentaré sin escudo y a mano limpia con cada uno de ellos.
Mientras el tiempo pasa seguiré extrañándote, sin remedio. Seguiré anestesiando los dolores con recuerdos partidos y compartidos. Podrás dudar de mis palabras, nunca de mi mirada.