El mundo otra vez enloqueció. Sufrí más que un ángel sin alas y a nadie le importó. Qué lujosa necedad la de enojarse. Siempre es más fácil, no? Nunca una mirada para adentro. No pido mucho, sólo una miradita. Pero entiendo que es más fácil buscar la culpa afuera. Es más fácil agotar las preguntas que aguantar al silencio. Y sólo quería un espacio que me permitiera componer mi atrofiada alma. No recibí más que lo que merecía. Pero era sólo eso lo que merecía? Sinceramente, no lo entiendo. Te contesté todas y cada una de tus preguntas, sólo que no estabas prestando atención, mi vida. Y como sucede siempre que me callo, y más tarde que de costumbre, esta vez, descubro la verdad. Y mi verdad te mantiene al margen...qué pena no poder crecer...
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