Salir de esta ciudad que habito, cada tanto, es un alivio. Cuando decidí volver, jamás pensé que sería tan fácil enloquecer. En fin, para ser más sincera, la ternura que me produce tu sola presencia, me desborda. Literalmente, me desborda, me supera. No puedo hacer nada para escaparme de esto que generas en mi. Y no sabes lo que generas. Es una ridiculez sentarme a esperar. No puedo seguir esperando, debo actuar o acabaré como cierto personaje de novela que sólo sabe lo que nunca tuvo. Siento que arriesgar, arriesgué suficiente, y perdí mucho más que una idea. Arriesgué mi aparente equilibrio y terminé confundida y mal herida en ese hueco de tu sonrisa, ni hablar de tus ojos. Siempre incluí al otro en mis decisiones, quizás ya es tiempo de dejar de hacerlo. Quise que callaras un instante para acomodar mis libros y no lo has hecho. Quise que te acercaras a mi alma, no que me la robaras. Quise que estuvieras conmigo cuando ciertos vientos me llevan pero no te dejé. Pude haber sido cruel, fui mucho más que cruel. Te obligué a olvidarme, cuando yo ni siquiera imaginaba que estarías por siglos en mis pupilas.
Mi hambre de abrazos es tan grande que temo partir sin uno, y el único que me importa es el tuyo, cuando tú no quieres abrazarme, irónico, no?
Estrechando los extremos siento que así no me caigo, pero el abismo está bajo mis pies ya, se abrió aquel día en el que tu mirada me atravesó los sentidos y dio vueltas el barco en el que volaba...todo quedó a contramano...y me dejé seducir por el silencio, una vez más...a veces, sólo a veces, quisiera que pudieras amarme aunque sea sólo por un instante, pero sólo para que sintieras una milésima parte de lo que yo siento. Otras veces, otras tantas veces, sólo quisiera que estuvieras tan lejos de mi horizonte que sería imposible alcanzarte, verte, cruzarte. Y justo cuando ando pensando en esto, te me apareces al girar en una esquina, y el destino empieza a reírse, divertido en su juego conmigo, conmigo y mis deseos.
Tanto aquí dentro para decir, y tan poco es lo que fluye. Las verdades siempre duelen, mi verdad no es la excepción. Me duele saber cuánto siento por tus manos y que tú ni te lo imagines...y no quiero acusarte de poca imaginación, pero, será eso? pues te lo dije tantas veces que no entiendo cómo el mundo sigue girando sin abrazarme más fuerte...(te explicaría que vos sos mi mundo, y cuando digo mundo me refiero a vos, pero no creo que sea necesario, o si?)
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