jueves, 12 de agosto de 2010

El olvido no es un santo...

No te creas que el olvido es un santo y que vendrá a rescatar tu recuerdo de mi llanto, no, no creas que me será tan fácil olvidarte. Sería más sencillo convertirme en olvido. Y eso es justo lo que haré, seré olvido. Destruiré nuestro libro de recuerdos, ya no le sirven a nadie, menos a mi que estoy loco, ¿para qué quiere los recuerdos un loco? Loco y solo, sin ti estoy solo, ya sé que está Ernesto con su paciencia a cuestas y su sarcástico humor pero Ernesto no eres tú, se entiende? Al abandonarme, destruiste la cama, la mesa y el maldito reloj, bueno, todo lo que necesitaba para sobrevivir, ahora prefiero seguir destruyendo, quizás así logre escapar de esta locura de amarte sin que tú estés, quizás así logre ser olvido.
Destruiré los muros de esta prisión, quitaré los candados que me callan y saldré a gritar tu nombre por las calles sin milagros hasta hallarte, o hasta acabar de perderme, no me importa. No pretendo ser más que una huella, dejar en el camino una huella y no una sombra, ser una huella por si algún día decides volver. Y yo aquí estaré, en las ruinas de este castillo de palabras que penden de la noche y dependen del silencio. He destruido las luces y armé un gran barullo sólo para que desaparezcan todas las palabras que me torturan, sólo tu nombre me basta, sólo tu nombre me alcanza para vivir...Por qué pensarás que el olvido es un santo?

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