Todo se emborracha de olvido y yo ni con alcohol consigo olvidar las noches de cielos vacíos, las historias repetidas y repartidas por todas partes. Qué tristeza tan grande, tantas compañías y ningún oído, tantas lunas y ninguna marea. Ya no sé qué más hacer, la habitación se tornó gigante, temo perderme y no poder regresar...
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