Si perdí mi razón, si lo hice, fue para no discutir con la tuya.
Si en algún momento me aferré a los silencios, si me refugié en ellos, fue para no atormentarte el alma con toneladas de palabras.
Si un día desafié tu paciencia fue porque me superó la indiferencia.
Y si en algún momento se cerraron mis puertas fue porque no quería contagiarte mi locura.
Ven y abrázame un instante pero no lo hagas como la última vez que me abrigaste el alma y dejaste mis pies descalzos, al borrar tus huellas.
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