Yo también tuve un secreto, quizás me bastó con uno para sucumbir al silencio impropio de esas cosas de las que no podemos escapar. Era tarde la noche, cuando desperté. Subiste hasta mi alma para susurrar palabras fueras de contexto, fuera de espacio. Y ahí es cuando me asalta tu boca (¿el recuerdo de tu boca?), y me lleva al final de cuento. Yo también tuve una historia, buena hasta que me miraste. Yo también tuve un recuerdo, malo hasta que me acariciaste.
Los cristales de mis lentes se empañan, la humedad del día se filtra por la puerta y el frío de esta habitación se te impregna en los huesos. Siento que tengo que salir, no a buscarte, salir, simplemente, pero mi cerebro no entiende muy bien las directivas y cuando salgo, sólo busco tu sombra y tu perfume por cada triste esquina y por cada macabra escena de la calle, es que las sombras, todas las sombras juegan a molestarme, y pierdo la paciencia demasiado pronto...
¿Sabías que tuve un arcón repleto de palabras? lo tuve, si, pero cuando apareciste, lo prendí fuego, ninguna me servía para contarte lo que sentía, imagínate mi desconcierto, ¿qué habría pasado si todo quedaba en pausa? No, ya sé que no lo sabías. Como tampoco sabías que mis tristezas fueron arrasadas con tu sonrisa. Tampoco has de saber, imposible quizás saberlo, que mis ventanas se abrieron después de conocerte o que mi temor al olvido es más grande que mi temor a la soledad. ¿Para qué mentirnos ahora que el temporal ya pasó? Yo también tuve una estrella en el horizonte pero fue devorada por el día. Yo también tuve errores impronunciables, tengo errores incurables. Mis vicios, mis malos hábitos, mis escapadas de mutismo, tengo tantas rutinas y tan sólo dos colores. Yo también creí haber amado antes pero apareciste y usurpaste mis emociones, mis estados, mi inconstancia; apareciste y descubrí lo universal del amor. Apareciste y el silencio estalló. Yo también te amo, muchas palabras para que simplemente entiendas esto, te amo y es, quizás, una de las pocas cosas que deberían de importar...quizás, pero te confieso algo más, yo también tengo miedo, miedo de que llegue otro año y que no estés a mi lado...
2 comentarios:
¿Quién no tiene errores incurables?
De los mios yo podría nombrar sin dudas un par. Lo hecho -o no hecho- ya está, no tiene vuelta.
El Buquebus se llevaba a mi ex de regreso a Jujuy. Me dio la sorpresa de mi vida al cumplir la promesa que me había hecho 6 años atrás.
No podemos arreglar el pasado, pero aprender de las cosas que estuvieron mal colaboran con el presente y nos ayudan a cerrar ciclos.
Que él haya venido fue como el sol de la canción de Emiliano, curando heridas de algo que fue tan lindo y que por errores había terminado mal.
Perdón la verborragia, pero te tenía que contar!
Romi!!! gracias por contarme...qué bueno que hayan curado heridas, quizás alguna vez me lo crucé ya que viví en Jujuy, jaja...y cada tanto voy de paseo por allá...No, no se puede arreglar el pasado, pero sí aprender, estamos de acuerdo, je...
Abrazo grande...
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