miércoles, 14 de octubre de 2009

Siempre olvido tu recuerdo cuando me aturde el silencio y que vos no estés es prácticamente igual a no estar yo. Este yo, aquel yo. Ninguno de los dos, ni vos ni yo somos cómplices del olvido. Cómo te lo explico? Ni tu llanto ni tus ojos, mi olvido no es tu olvido, no me olvido de vos, se me olvidan los recuerdos. Ni mi culpa ni tu sombra que te nombra al sur del olvido. Al sur, si por mi fuera mi iría al sur, lejos, bien lejos pero ni en otro universo hallaría el consuelo que necesito. Cómo te lo explico? Mi olvido no es tu olvido, soy una criatura sin nombre que perdió el rumbo al regreso del olvido. El rumbo que me daban tus alas.

viernes, 3 de abril de 2009

Me dijo al partir

Yo también te amo, así me dijo al partir. Qué miserables me resultaron tan bellas palabras. Quizás de haberle creído, hoy estaría abranzándome en lugar de esta soledad, pero no fue así. No le creí. Sus palabras se marcharon junto a la espuma del mar y mi alma quedó barada en ese extraño refugio de mis recuerdos. Nada ha cambiado y sólo porque la historia se repite no me atrevo a olvidar. No es que no pueda hacerlo, simplemente no me atrevo a incrustar mis pies descalzos en el lodo meditabundo del olvido.
A quién le importará mañana que mis labios fueron suyos? A quién le molestará saber que todavía lo amo?
Le dije adiós sin tantos preámbulos, después de todo no hay ley que gobierne los sentimientos. Y mi te amo enmudeció en medio del estallido de olas y sal. Y mi adiós se tatuó en la arena como mi piel grabó su piel.
Te amo...yo también te amo... Él se marchó y yo ahí me quedé, en ese mar, en esa arena, en esa playa y sin puerto alguno para esperarlo...

martes, 24 de febrero de 2009

Vacío...

Tenía un puñado de nudos en la garganta, respirar se volvía un desafío, como seguir adelante habitando una casa extremadamente vacía. Se volvieron estrechos los pasillos, las puertas, las ventanas, los sillones, la mesa, todo era vacío. No había espacios para ocupar, por donde pasar, todo era demasiado vacío. Y el vacío es un fantasma que va engordando con los recuerdos compartidos. Se traga cada espacio, cada rincón, se devora hasta los silencios del desvelo. Ni en sus cotidianos desvelos José podía sentarse a la sombra del reloj para fumarse un cigarrillo y llorar a sus santas. El vacío lo llenaba todo. Podía escuchar al silencio chocar contra las paredes.
Se desintegra en ese inagotable desatino, yo no sé qué más puedo hacer por él. Va de un rincón a otro de la casa, se consume dentro de esa melancolía, intenta distraer a su soledad con ciertas compañías pero no lo consigue, recorre todas las horas del bendito día sin más aire del que le regalan, es un abstracto fantasma deambulando por las oscuras habitaciones.
Lo vi sombrear con caricias todo ese espacio tan vacío, lo escuché gritar su nombre como llamándola por una ciudad en guerra, intentando hallarla sin ningún resultado. Navegó por el perturbador silencio del amanecer intentando no chocarse con su propia sombra, tratando de no pisar sus propias huellas. Necesitaba encontrarse con ella pero más necesitaba encontrarse con él mismo.
Igual que la luna al amanecer, se quedó postrado en la última mirada, en esa última milésima de segundo que lo abrazó. No reconoce a nadie, no le importa nadie, salvo ese dolor agobiante que le impide respirar. Ya no sabe si es de día o es de noche, permanece inmóvil en un desvelo perpetuo, y una sola mirada, sólo una mirada le caducó los sueños, le hipotecó su destino. Qué tristeza tan grande, tan indescriptiblemente grande.

jueves, 19 de febrero de 2009

Adiós María...

Ya ha pasado una semana, y recién ahora puedo escribir algo. Perdonen tanta tristeza, hoy es infinita mi tristeza. Hace una semana partió sin aviso María.
María ha sido el ángel guardián de mi niñez, fue cómplice de mis caprichos y mis escasas travesuras. Me ayudó a crecer sin que yo supiera cómo. Se mantuvo a mi lado siempre, y aún en las distancias supo acompañarme. Me amó como sólo saben hacerlo las tías solteronas, son un amor incondicional y siempre a la espera de mi llegada, sentada en el patio de la casa, debajo de una madreselva y al lado del viejo aljibe. Me amó, eso es lo que importa, y yo siempre, siempre sentí que la amaba, sólo que fui cambiando de camino hasta perderme en los años que pasaban. Nunca le dije que la amaba, eso fue lo que realmente nunca sucedió, pero ya es tarde, ya no puedo hacer nada, salvo escribirle en esta tarde para que todos sepan qué la amé.
Tuve la dicha de tenerla como tía, aunque nunca la llamé así, simplemente fue María, a secas. Tuve la dicha de que estuviera conmigo, de que viviera conmigo, tuve su presencia, su amor, su solidaridad, su simplicidad, su sonrisa, sus caricias, su mirada, y hasta sus miedos también fueron míos.
No puedo o no soy capaz de describir tanto dolor. Siempre hemos sido como almas gemelas, hemos nacido el mismo día, y no creo en las casualidades. Siempre guardaré como tesoro su mirada celeste.
Seguramente me acostumbraré a su ausencia, el consuelo llega con el tiempo pero mi tristeza infinita por su partida me acompañará por siempre.
Adiós María, mi señora de los gatos...

martes, 27 de enero de 2009

No es el desamor ni son las sombras del recuerdo que me pisan los talones, lo que me obliga a desaparecer cada vez que no encuentro un suspiro de alivio en las tormentas de esta existencia puramente existencial. Ya no sé cómo decirle a los fantasmas que me abandonen, ya no los necesito. Necesito de otras vidas para ganarle a la angustia de andar vagando por los abismos de la memoria sin encontrar almas transparentes, capaces de ver un cielo sin estrellas. La claridad que me abrigaba las mañanas ahora es una molestia. Mis sombras son demasiadas. Prefiero las penumbras, deslizarme por la oscuridad del ocaso, necesito que nadie me descubra habitando este universo de milagros inoportunos. Qué fácil es escapar de la lluvia cuando la realidad no es otra. Qué fácil es descubrir una mentira cuando la verdad se oculta debajo de esos ojos negros. Y qué triste es inventar un pretexto sin demasiada imaginación sólo para evitar una lágrima, porque, qué puede decir una lágrima que el alma no pueda entender? Se esfuman los recursos, se evaporan las miserables posibilidades, no escuchen lo que quieren escuchar, no vean lo que otros no pueden imaginar. Todo se torna simple cuando desbaratamos los pensamientos de los demás y recibimos una migaja, que digo una migaja, una milésima de migaja de sueño, de ternura, de silencio, de cobardía, de palabra, de adiós...y dios esperando debajo del miserable infinito, tu vida, una existencia más, una vulgar sombra en la tarde sin sol, esa especie de refugio de la luz...

viernes, 2 de enero de 2009

¿Sería mucho pedir?

Dormí todo el día, y el tiempo que no dormí lo pasé soñando. Cuántas preguntas tengo sin respuestas, a veces siento que me mareo de sólo buscar una salida. No es que la busque realmente, simplemente le doy vueltas y vueltas al mismo asunto y siempre, siempre termino en el mismo lugar de un principio, y me mareo sin siquiera haber salido a encontrar la respuesta. Qué difícil se torna separar, mis universos se unen, se funden en un solo abismo de tristeza. Necesito que vuelvas a mirarme como cuando teníamos unos años menos, cuando menos lo pensábamos y ya estábamos dándole palabras al silencio, cuando las personas que nos rodeaban no eran más que eso, otras personas. Ahora parece que dejaron de serlo o quizás nosotros nos perdimos y descubrimos que crecer no era tan buena idea. Basta de sueños rotos, basta de melancolías tan reales. La realidad no me convence para nada, es más, sólo me aburre de sólo escucharla gritar en mis oídos la única verdad que no me atrevo a decir en voz alta. Basta de imaginar la crueldad del destino, cuando lo vivo en carne propia. Qué gracioso es a veces este destino, gracioso e irónico, es que sin ironía no hay chiste, este destino me envuelve de amor y luego me lo quita...Sería mucho pedir que deje la ironía de lado?, aunque sea por unas horas, por unas horas necesito que sean reales mis realidades y simple fantasía mis mejores sueños.