miércoles, 21 de mayo de 2014

en lenta agonía


Siempre me derrotas.
Derrotas,
todas
toditas
camufladas de silencio,
eso
y el tenue crepitar del rencor
me sumergen,
me ahogan,
me sepultan
en mis convicciones.

Me olvidaré
como siempre
como a todo.
Me olvidaré de mí
pero
vos recordá:
te estaré esperando
a la vuelta de mi infierno
cuando pases
no olvides recoger
el trozo de memoria
que usurpaste
de otros
que debieron estar en tu lugar.

Ya padecí
Ya sufrí...
me cargué en las espaldas
en las manos
en el alma
la derrota,
el dolor,
la culpa,

te culpé
y el error fue mío

¿andaríamos descalzos
por puentes de vidrios
o andaríamos vacíos
por laberintos paralelos,
por puentes infinitos?

Nunca entiendo nada
me desbordan las miserias.
Siempre tardo tanto
en amoldarme a las sombras...

no sé,
me confundí de puerta,
de esquina,
de vida,

me confundí,
amarré mis manos
a un puerto sin orillas,
me abracé a un árbol
en otoño perpetuo

y temí más por mi soledad
que por tu recuerdo.

Esquivo cicatrices
escuchando música,
observando cómo
en lenta agonía
los sonidos se funden
y repercuten a mi alrededor

¿que hacés vos
para evitar la verdad?

Debe ser triste
caminar sin huellas,
debe ser triste
mentir para sobrevivir

Ha de ser triste
olvidar para sonreír,
ha de ser triste
evitar un nombre
para respirar
¿no?





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