sacrifiqué inviernos y rosas
por desnudarme en tu sombra,
maltraté las sonrisas de mis silencios
y me fui a refugiar en las ramas
marchitas
de una luna sin rostro
nunca es justa la distancia
a veces, sólo es misericordiosa
hundí mis manos en la niebla
y desperté lejos
muy lejos
de tu aroma a sábanas
recién planchadas
(no me arrepiento
porque aprendí)
qué cruel el curso del olvido
baja lavando heridas,
arrastrando cicatrices,
limando estrellas
pero muere en la orilla
de ese mar de mutismo:
mi memoria de arcana,
mi ofensiva memoria de arcana
navegaré, caminaré
volaré, correré
de algún modo u otro
llegaré
y cuando llegue,
me construiré un nuevo amanecer...
construiré palacios
de palabras y silencios,
abriré boquetes en los suburbios
de mis pensamientos más destructivos
y la luz entrará,
entrará y hallará
entre escombros y colillas
una sonrisa marchita,
una mirada irónica:
la mía,
y estará sembrando caricias,
remendando abrazos,
construyendo nuevos jardines,
revelando verdades,
tirando abajo todas las malezas
sin dudas y sin temor
me construiré un nuevo refugio
más noble,
más real,
más fuerte,
sin mentiras,
más leal...
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