No es el desamor ni son las sombras del recuerdo que me pisan los talones, lo que me obliga a desaparecer cada vez que no encuentro un suspiro de alivio en las tormentas de esta existencia puramente existencial. Ya no sé cómo decirle a los fantasmas que me abandonen, ya no los necesito. Necesito de otras vidas para ganarle a la angustia de andar vagando por los abismos de la memoria sin encontrar almas transparentes, capaces de ver un cielo sin estrellas. La claridad que me abrigaba las mañanas ahora es una molestia. Mis sombras son demasiadas. Prefiero las penumbras, deslizarme por la oscuridad del ocaso, necesito que nadie me descubra habitando este universo de milagros inoportunos. Qué fácil es escapar de la lluvia cuando la realidad no es otra. Qué fácil es descubrir una mentira cuando la verdad se oculta debajo de esos ojos negros. Y qué triste es inventar un pretexto sin demasiada imaginación sólo para evitar una lágrima, porque, qué puede decir una lágrima que el alma no pueda entender? Se esfuman los recursos, se evaporan las miserables posibilidades, no escuchen lo que quieren escuchar, no vean lo que otros no pueden imaginar. Todo se torna simple cuando desbaratamos los pensamientos de los demás y recibimos una migaja, que digo una migaja, una milésima de migaja de sueño, de ternura, de silencio, de cobardía, de palabra, de adiós...y dios esperando debajo del miserable infinito, tu vida, una existencia más, una vulgar sombra en la tarde sin sol, esa especie de refugio de la luz...
martes, 27 de enero de 2009
viernes, 2 de enero de 2009
¿Sería mucho pedir?
Dormí todo el día, y el tiempo que no dormí lo pasé soñando. Cuántas preguntas tengo sin respuestas, a veces siento que me mareo de sólo buscar una salida. No es que la busque realmente, simplemente le doy vueltas y vueltas al mismo asunto y siempre, siempre termino en el mismo lugar de un principio, y me mareo sin siquiera haber salido a encontrar la respuesta. Qué difícil se torna separar, mis universos se unen, se funden en un solo abismo de tristeza. Necesito que vuelvas a mirarme como cuando teníamos unos años menos, cuando menos lo pensábamos y ya estábamos dándole palabras al silencio, cuando las personas que nos rodeaban no eran más que eso, otras personas. Ahora parece que dejaron de serlo o quizás nosotros nos perdimos y descubrimos que crecer no era tan buena idea. Basta de sueños rotos, basta de melancolías tan reales. La realidad no me convence para nada, es más, sólo me aburre de sólo escucharla gritar en mis oídos la única verdad que no me atrevo a decir en voz alta. Basta de imaginar la crueldad del destino, cuando lo vivo en carne propia. Qué gracioso es a veces este destino, gracioso e irónico, es que sin ironía no hay chiste, este destino me envuelve de amor y luego me lo quita...Sería mucho pedir que deje la ironía de lado?, aunque sea por unas horas, por unas horas necesito que sean reales mis realidades y simple fantasía mis mejores sueños.
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