Las certezas son fábricas de prisiones...me encerré durante siglos y ahora el horizonte es más claro que cierta mirada de noche y abismo.
Siempre mantuve distancias, distancias absurdas, convencida de que un abrazo puede olvidarse, un sueño evaporarse y la distancia, ya sabemos, nunca es justa a veces sólo misericordiosa. Manteniendo distancias fabriqué abismos de palabras, incluso construí muros de silencios alrededor y todo para comprender que lo que sucederá, sucederá...inevitablemente, inexorablemente. La vida misma es una milagro y una utopía. Cuántas ridículas veces me estrellé contra la noche para entender que tormentas hay en todos lados, más allá del dolor y más acá del amor.
Aprendí que camuflar los sentidos me vuelve inerte y que callar gritos sólo hace más oscuro mi caminar.
Haberme ido y haber destruido los puentes tras de mi, fue una decisión del dolor, pero haberme arrepentido me redimió ante el peor juez, uno mismo...
Quizás no lo entenderás nunca, pero tener dos sombras no es tarea para alguien como yo, alguien como yo que ama sin escudos y se olvida de si mismo. ¿Cómo explicarte lo que nunca sentiste? ¿Cómo convertirme en recuerdo para alguien que no tiene memoria? ¿Cómo solventar mentiras en alguien que no sabe fingir, alguien como yo? No importa demasiado la distancia, lo que sí importa es que la historia se repite cuando no la recordamos, y yo...yo te recordaré siempre...siempre.
Poder sonreír al pensarte me convierte en heroína., no sabes cuánto lamento la distorsión de la historia...pero el tiempo es más sabio que el rencor...el tiempo sabrá...
Cartas perdidas. 30 de octubre de 2015
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