Te extrañan mis hombros, es que de tanto naufragar, perdí la
postura y el olvido...Todos nos vamos muriendo, sólo que yo lo sé y lo mío es
de amor...si pudiera, perdón, si fuera capaz de derrapar y ver si me acerco más
a tu amanecer, quizás, las historias que invento fueran diferentes...
Hay muchas lunas aún, y aún me sobran razones para enviarte cartas
firmadas por el silencio, escritas bajo una madreselva que crece inmune al
tiempo en un patio que ya desapareció.
También te extrañan mis temores, tu consuelo con aroma de
alquitrán, tus caricias como espuma de oleaje, llevándose mis lágrimas. Me
duermo porque en sueños te tengo, y cuando despierto no entiendo cómo estoy
viviendo sin tu amor. Es triste recordarte, no te creas, pero al menos sé que
el olvido aún no me ha arrebatado tu sonrisa amplia de media luna, y hay veces
que tus ojos se me incrustan en la almohada y me revuelvo entre las sábanas toda
la noche, en una claridad gigante que me lleva al insomnio.
Me voy al patio, todo cubierto de cemento, salgo a fumar porque en
la habitación aún está tu perfume y no quiero extinguirlo como se extinguió la
llama que nos unía. Y afuera está nublado, oscuro y húmedo. El otoño ha
regresado, se olvidó de llevarse algunos recuerdos o de traerlos, no lo sé. La
llovizna cubre los objetos que me rodean y algunos fantasmas sobrevuelan como
cuervos hambrientos. No sé que ha pasado ni qué está pasando. ¿Éramos otros o
nunca nos conocimos? ¿Éramos nosotros o crecimos? Cada vez que el otoño
regresa, la ciudad se detiene, y vuelvo a naufragar. Y te extrañan mis manos. Mi
voz no pronuncia tu nombre y el silencio se vuelve un rugido de malos
presagios, él sabe lo que ocurre cada vez que no te nombro.
No quiero despertarme una mañana y encontrar las cenizas de la
casa junto a un paquete de marlboro vacío, perdóname, pero debo alejarme,
buscar otros mundos y otros colores. No quiero despertar y verme anclada a lo
que nunca sucedió ni pudo suceder...me despido, amor, es hora de sucumbir en
otros ojos, en otra sonrisa, ¿podré salvarme? Pudimos haber despertado en otro
amanecer…
Perdimos los nombres de las calles y también perdí mi nombre pero
no mi edad...salí a jugar bajo la lluvia y regresé a la puerta de tu última
mirada.
A veces tengo la extraña sensación de que estás mirando o de
quizás mires algún día, y ya no me encuentres...Leíamos en las tinieblas de un
invierno tardío las líneas que separaban tu cuerpo del mío, soñábamos con
alquilar barcos y encontrar escarabajos de oro camino al anochecer, entre rejas
de árboles con sabor a verano eterno y música de sirenas con aroma a
silencio...Éramos otros, sin dudas que éramos otros...crecimos, amor, y acá
estamos...al menos, yo acá estoy, escuchando canciones en lenguas que no
comprendo, subiendo el volumen para evitar oír mis pensamientos, me condeno a
la soledad de una casa gris y me acuesto tarde por inventar historias donde caminamos
atándonos las almas y los recuerdos.
¿Dónde iré a parar con esta marea de llanto y pocas pulgas?...el
mar se vuelca sobre la playa como se unen sobre la cama dos puntos de un mismo
mapa.
Te extrañan mis oídos y mis plegarias, cuando la noche que fue
amiga, me traiciona y sus precipicios se hacen llanuras amargas.
Pero siempre podremos despertar. Siempre podré despertar y mirarme al
espejo que estando maldito me lleva al pasado...Siempre podremos ordenar lo
desprolijo del cuarto, quitar el polvo que cubre los libros, los muebles y las
sombras, remover las manchas de cenizas, soñar que todo ha sido una mentira o
una burla de ángeles aburridos que han estado jugando con nuestros destinos...Siempre
podremos despertar... ¿no te parece? Siempre podremos despertar o encender un
cigarrillo para que tiemble la oscuridad en lugar de nuestras efímeras
alegrías...
Siempre, cada noche, me siento más cerca de perdonarte que de olvidarte...luego, cuando el alba descose las estrellas, no logro ninguna de las dos...
2 comentarios:
La despedida es una amarga lluvia de cenizas que suele olvidarse de llevarse al olvido consigo. Y ahí quedamos, con recuerdos y manos vacías, cicatrizadas, o a herida abierta, anhelando tener todo o nada... Pero aún del desconsuelo nacen bellas melodías, aún la esperanza hace hueco entre los dedos para llenarnos de fe, de confianza... Está en nosotros despertar el amor dormido, y darle un nuevo nombre...
Un abrazo Martina,
Sam
Gracais Sam, por tus palabras, como siempre, hermosas...abrazo para vos tb!!!
Luján...bienvenida pues...y gracias por pasar y quedarte...ya me pegaré una vuelta por tu blog...besosss
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