Por cierta razón que no puedo explicar muy bien, vaya uno a saber por qué suceden ciertas cosas, hoy te volví a extrañar como cuando recién te había perdido. Quizás me equivoque más de lo permitido, y lo siento, pero no puedo, realmente no puedo escuchar tu nombre ni soporto saber algo de vos, es que cada vez que eso sucede, sucede esto otra vez, te extraño y el tiempo se vuelve un imbécil (al igual que yo) y las palabras que no te supe decir, se vuelven tiranas. ¿Quién te dijo que no te recuerdo? ¿quién te mintió tanto?. Te recuerdo cada tanto, no siempre pero cada tanto. No pude fingir lo suficiente como para evitar tu mirada. Sé cómo manipular los espacios para no cruzarte pero nunca sabré cómo seducir al olvido. Que pueda mirarte a los ojos otra vez, no significa en lo más mínimo que ya no me hagas daño, significa que ya acepté mi dolor, sólo eso. Y verte y extrañarte cuando regreso a casa, me recuerdan que aún te quiero, y te quiero sólo para mi, a solas conmigo, en mi y sólo para mi. Comprenderías mi triste verdad si leyeras más y cuestionaras menos.
Jugar con las palabras me permite camuflar lo que siento, y sobrevivir a los temporales que me abrazan por las madrugadas cuando el insomnio queda anclado en mis pupilas. Siempre elegiré armar anagramas con tu nombre y fugarme de la realidad, antes que sucumbir a lo que siento cuando te acercas a mi alma.
Quizás el tiempo existe y el olvido también...sola no podré...te extrañé una vez más, ¿sabías?. No es buena idea que tu sonrisa mi mire así, no, no lo es...
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