domingo, 15 de enero de 2012

Te quedas tú...ahí...

En un laberinto de espejos busco la sombra de tu nombre, persiguiéndome. Las secuelas de un amor que no debe ser son peores que la herida. Todo gira en torno a ti, como si una maldición hubiera sido lanzada, sin dejarme lugar para escapar. Un encantamiento, un hechizo, un misterio esto de darme cuenta que pensar en ti todo el día no es posible, de ningún modo es posible pero sin embargo así es, y termino la noche envuelta en estrellas heladas y, buscando razones para no amarte como te amo, sólo encuentro razones de sobra para seguir amándote.
Perder la conciencia no es una opción esta vez, no me vale de nada salir a vaciar copas hasta la madrugada. Encontrar la forma de romper este embrujo me está costando más de un libro.
Y en tu nombre te quedas tú, ahí, con tu hermosa sonrisa, amontonando pasos y cigarrillos, estrofas huecas y melodías. Me persigues, me atosigas y rompo los espejos para encontrar espinas que apuñalan mis prejuicios, pero a tu nombre no lo hallo, quizás por buscar donde no debo, quizás porque es la mueca siniestra de una lanza...

2 comentarios:

Interrogante dijo...

Solo el paso del tiempo lleva los dolores del amor, como el agua de un río que poco a poco lleva las piedras... Buena pluma, me sentí así más de una vez. Buen espacio, saludos!

Martina Santo dijo...

Gracias por llegar y dejarme tus palabras...me alegra que te haya gustado...