No sé si alguna vez fui tan poco racional. En apariencia, la impulsividad marca mis pasos, pero no es así. Y aquella noche, no pude pensar, tenías una lanza en la mirada y atravesaste mis desastres, mis rutinas, mi silencio acorazado, me atravesaste y ya no encontré puntos de fuga.
Y ahora, aquí estoy...fallando a cada paso. Esquivando esquinas. Amontonando palabras. Conduciendo borracha por las avenidas. Lagrimeando los espejos. Estudiando los horóscopos. Aquí estoy, lamentando haberte mirado.
De pensar qué podría pasar, pasé a imaginar que pasaría y todo se desvió, todo, mi brújula se volvió ambigua como mis emociones. Qué desastre provocó tu mirada. Tanto que tuve que reinventarme, tuve que ser otra para poder mirarte...