No hace mucho leí en uno de esos tantos cartelitos que dan vueltas por la red, uno que decía: "Todos extrañamos lo que pudo haber sido". No sé quién lo dijo pero la verdad es que no estoy de acuerdo. Porque no todos extrañamos lo que pudo haber sido. Algunos, los menos, extrañamos lo que fue realmente.
Yo extraño los domingos lluviosos, con sabor a naufragio y un televisor encendido. A veces extrañamos más de la cuenta, esa cuenta en rojo de abrazos. Yo extraño los momentos de silencio compartidos. Dos seres distintos, dos soledades distintas unidos en un silencio. Extraño la complicidad en reuniones nefastas. Las miradas, esas miradas que consolaban tanto o más que un abrazo. Uh, y los abrazos! Cuánto extraño los abrazos! Porque no todos extrañamos lo que pudo haber sido, algunos extrañamos lo que fue realmente. Porque fue realmente, no? Mis consuelos disfrazados de payasos. Tus sonrisas tristes. Contemplar un atardecer y enamorarse de la luna, como si ambas cosas estuvieran unidas, unidas como no lo estábamos nosotros. Qué difícil es escribir sin lamentarme. Qué difícil es escribir sin extrañarte.
Yo extraño transcurrir por las calles iguales con tu sombra a mi lado. Sentarme es una esquina y no sentirme ausente como en cualquier otra esquina. Yo extraño sentirte a mi lado, en mi alma, al lado de mi alma. Extraño contenerte bajo alguna tormenta. Extraño mirarte a los ojos. Yo te extraño. Te extraño a vos, a todo lo real que fuimos, te extraño aunque lo que pudo haber sido es más grande que lo que fue.
Cartas perdidas. 2 de abril de 2016