Siempre estarás mejor sin mi que conmigo. Siempre seremos esclavos del destino, ese al que te aferras para disimular la cobardía de no amarme. Siempre estaré ausente, siempre serás mi melancolía. No hay huellas en la arena del tiempo, correrás y al mirar atrás, nada hallarás, las olas, el temporal, las borrará. Quizás nos sacrificamos en vano por mantener las apariencias, quizás los planes cambiaron la dirección del viento. Siempre encontrarás mejores sueños por cumplir, nunca iguales a aquellos compartidos. Pensarás que la soledad hizo conmigo lo que yo hubiera hecho contigo y no te culparé, aún sabiendo que no entendiste mi amor ni mi desamor, todo lo hice para protegerte de mi contaminada alma...
miércoles, 25 de enero de 2012
domingo, 15 de enero de 2012
Te quedas tú...ahí...
En un laberinto de espejos busco la sombra de tu nombre, persiguiéndome. Las secuelas de un amor que no debe ser son peores que la herida. Todo gira en torno a ti, como si una maldición hubiera sido lanzada, sin dejarme lugar para escapar. Un encantamiento, un hechizo, un misterio esto de darme cuenta que pensar en ti todo el día no es posible, de ningún modo es posible pero sin embargo así es, y termino la noche envuelta en estrellas heladas y, buscando razones para no amarte como te amo, sólo encuentro razones de sobra para seguir amándote.
Perder la conciencia no es una opción esta vez, no me vale de nada salir a vaciar copas hasta la madrugada. Encontrar la forma de romper este embrujo me está costando más de un libro.
Y en tu nombre te quedas tú, ahí, con tu hermosa sonrisa, amontonando pasos y cigarrillos, estrofas huecas y melodías. Me persigues, me atosigas y rompo los espejos para encontrar espinas que apuñalan mis prejuicios, pero a tu nombre no lo hallo, quizás por buscar donde no debo, quizás porque es la mueca siniestra de una lanza...
Perder la conciencia no es una opción esta vez, no me vale de nada salir a vaciar copas hasta la madrugada. Encontrar la forma de romper este embrujo me está costando más de un libro.
Y en tu nombre te quedas tú, ahí, con tu hermosa sonrisa, amontonando pasos y cigarrillos, estrofas huecas y melodías. Me persigues, me atosigas y rompo los espejos para encontrar espinas que apuñalan mis prejuicios, pero a tu nombre no lo hallo, quizás por buscar donde no debo, quizás porque es la mueca siniestra de una lanza...
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